Buscando un buen documento al respecto, encontré este texto de sabelotodo.org, muy detallado, completo y ameno:

http://www.sabelotodo.org/agricultura/generalidades/arbolesenmacetas.html


La siembra de árboles en macetas se hace cada vez más popular, especialmente en los locales con poco espacio exterior o sin él. No se necesita una gran extensión de tierra para tener un árbol. Si usted tiene una terraza, patio o balcón, puede hacer crecer un árbol en una maceta grande. Los árboles cultivados en contenedores pueden ser utilizados para enmarcar entradas o para proporcionar puntos de interés estético o, porqué no, producir frutas comestibles de variedades predilectas.
Elección del árbol a cultivar.

Por supuesto el tipo de árbol dependerá de sus preferencias personales o del objetivo perseguido, pero resulta evidente que las dimensiones finales de este, sus tolerancias climáticas y las exigencias de suelos o cuidados específicos, son elementos muy importantes a tener en cuenta.
Naturalmente, si el tamaño del árbol maduro no es tan grande, resulta más adecuado para cultivarlo en contenedor. De este modo las especies más pequeñas y las variedades enanas son buenos candidatos.

Si el objeto del árbol es ornamental deben preferirse aquellos de forma natural redondeada o de corona simétrica y no muy extendida, de hojas perennes y de relativa poca exigencia de mantenimiento. También pueden resultar adecuadas las coníferas o las palmeras de porte bajo. Los árboles caducifolios también pueden cultivarse, pero no resultan muy ornamentales cuando están desprovistos de follaje.
Muchos tipos de árboles frutales crecen y fructifican normalmente en contenedores, especialmente aquellos de tipo arbustivo como los cítricos, las guayabas etc. aunque en principio, cualquier frutal puede florecer y fructificar en una maceta, aunque los frutos pueden ser de tamaño reducido o de baja calidad para aquellos árboles naturalmente grandes.

El origen del árbol a cultivar debe ser motivo de análisis y pueden ser en general de tres tipos:
Partiendo de una semilla; es una vía simple y económica de obtener un árbol, pero tiene el inconveniente de que puede demorar bastante tiempo antes de tener el tamaño adecuado. Lo mejor es hacer un semillero para luego escoger alguna de las plántulas mas vigorosas. Una ventaja de este método es que en general las plantas de semillas tienen un buen sistema radicular. El cultivo de las mayoría de las palmeras solo puede hacerse por este método.
Utilizando una postura injertada; este método es, en general mas conveniente, porque se puede escoger exactamente la variedad predilecta que ha sido reproducida vegetativamente. En general, la floración y la fructificación, para el caso de los frutales o las plantas floreadas, se alcanza mas rápido que desde la semilla, adicionalmente por este método se pueden cultivar un árbol de flores de múltiples colores o polifrutales. La desventaja principal es el precio, algunas plantas injertadas son caras.
Utilizando una postura de acodo; tiene en términos generales las mismas conveniencias que la postura injertada, con la ventaja de que los acodos son relativamente fáciles de lograr. La desventaja que puede tener radica en el sistema radicular, que en algunos árboles reproducidos por este método es muy superficial y débil, sin embargo esta desventaja puede no ser importante para el cultivo del árbol en espacio reducido.
Elección de la maceta.

Los árboles pueden ser plantados en contenedores estándares, o en contenedores móviles, así como en grandes macetas fijas. Los contenedores de siembra están en el mercado en numerosos tamaños, estilos, formas y colores, pero en principio, cualquier recipiente de suficiente tamaño, durabilidad y forma adecuados puede ser apropiado. Como se verá mas adelante estos factores tienen sus particularidades que deben ser tomados en cuenta, pero en general se considera que el ancho óptimo del contenedor debe ser muy próximo a su altura.

Finalmente un árbol debe terminar en un contenedor de dimensiones adecuadas a su porte, de modo que este pueda albergar la cantidad necesaria de raíces para su adecuado crecimiento y productividad, en el caso de los frutales. Por tal motivo el peso total final de un contenedor para un árbol es importante también, especialmente para el caso de que este tenga que ser trasladado, por ejemplo para protegerlo del frío, o esté soportado por estructuras constructivas como los balcones o azoteas. Hay que tener en cuenta que no solo el suelo pesa, también el propio árbol y el agua de riego. Las macetas de barro son más pesadas (y caras) que las de plástico, pero por esta misma razón, son más estables en condiciones de viento fuerte, especialmente con los árboles más grandes. En todos los casos las macetas deben tener orificios de drenaje inferiores para la salida del exceso del agua de riego.

La capacidad de la maceta decide entre el éxito y el fracaso para lograr un árbol de las dimensiones finales deseadas, así como en su vitalidad, aspecto o productividad.

No es bueno comenzar a desarrollar un árbol directamente en la maceta grande en la que quedará definitivamente un vez alcanzadas las dimensiones adecuadas. Lo mejor es ir incrementando poco a poco, y de tiempo en tiempo, la capacidad del contenedor a medida que el árbol crece, mas adelante en el punto “Cultura” se brindan detalles del procedimiento.
El suelo

El suelo es muy importante para la salud y crecimiento adecuado de los árboles. El suelo debe mantener la suficiente aireación y drenaje, mientras conserve cantidades adecuadas de humedad. Un buen suelo para una maceta debe mantener adecuados niveles de humedad sin tener que regar con demasiada frecuencia o con mucha agua. No es bueno utilizar la tierra común circundante, a menos que esta tenga condiciones óptimas para el árbol en cuestión y después de un proceso de esterilización. Generalmente el suelo regular no drena bien en los contenedores y además puede albergar, o ser propenso a contener insectos, hongos o bacterias productoras de enfermedades.

Lo mejor es usar un suelo basado en mezclas de compost con otros elementos que están ampliamente disponibles en el mercado, en los viveros o en centros de jardinería, o, en su lugar preparar por uno mismo el suelo necesario mezclando los componentes de manera adecuada al tipo de árbol.

Cualidades del sustrato

Para preparar un sustrato de relleno de una maceta, lo primero que hay que tener en cuenta, son las exigencias en este sentido propias del árbol a cultivar, así se tiene, que son muy diversas las condiciones óptimas de acuerdo a la naturaleza del árbol, entre estas están:
Compacidad del sustrato; algunas plantas necesitan un suelo arenoso, suelto y poroso, sus raíces deben “respirar” con libertad, mientras otros toleran suelos compactos y mas ricos en arcillas.
Capacidad de retención de agua; muchos árboles son capaces, y en algunos casos hasta conveniente, que el sustrato se mantenga con altos niveles de humedad, mientras otros no la soportan.
La cantidad de nutrientes en el suelo; hay grandes diferencias en la exigencias de nutrientes del suelo entre los diversos tipos de árboles, algunos se adaptan a terrenos relativamente pobres, mientras otros necesitan tierras ricas en nutrientes para crecer y desarrollarse con vigor.
La proporción de los nutrientes básicos; las cantidades de nutrientes básicos, nitrógeno, fósforo y potasio, que consumen ciertas especies de árboles, difieren notablemente de otras, el balance de estos en el suelo debe tener en cuenta estas particularidades a la hora de la fertilización.
Los componentes minoritarios del suelo; no todos los árboles necesitan las mismas cantidades de ciertos elementos (hierro, boro, zinc, cobre, manganeso, etc.) que están en pequeñas proporciones en el suelo pero que son imprescindibles para el buen desempeño vegetativo. Algunos de estos elementos resultan tóxicos a ciertas especies si están en demasía en el suelo, pero todos en general, si no existen, reducen el crecimiento, la fructificación o la floración.
La acidez del suelo; este es un punto muy importante para el éxito del proyecto, en una buena parte de los casos, el terreno neutro o casi neutro (pH=7) es adecuado, pero ciertos árboles solo se desarrollan en terrenos francamente ácidos o alcalinos y su crecimiento se ve afectado o incluso paralizado si ese factor es inadecuado.
Peso del sustrato; un factor adicional que hay que agregar al proyecto del sustrato es su peso, en algunos casos resulta adecuado utilizar un sustrato relativamente pesado que dará estabilidad a la maceta (árboles grandes y colocados a merced del viento) mientras en otros es todo lo contrario, se necesita ligereza debido a que se tendrán que trasladar con frecuencia u otros motivos.
Composición del sustrato.

Primero echemos un vistazo al suelo natural. Para simplificar un tanto la enorme complejidad de los suelos, vamos a convenir, que para nuestra aplicación resulte suficiente con considerar las partículas del suelo por su tamaño.

De acuerdo a esta convención hay 4 tipos de partículas en el suelo:

Gravas:
Las gravas son fragmentos de rocas que tienen mas de dos milímetros de diámetro. Una suerte de arena basta o gruesa con pedazos de rocas que pueden ser relativamente grandes; hasta varios centímetros. Debido a su naturaleza granular, las gravas son notablemente permeables y retienen muy poca humedad.
Arenas:
Las arenas son aquellas partículas de roca de dimensiones menores que las gravas, cuyo origen puede ser natural o por rocas trituradas por el hombre. Se consideran arenas aquellas partículas cuyas dimensiones oscilan entre 0.05 y 2 mm. Lo mismo que las gravas, las arenas, especialmente las mas gruesas, son muy permeables y su retención de humedad es escasa.
Limos:
Los limos están constituidos por partículas aún mas pequeñas que las arenas, cuyo origen puede ser inorgánico (desintegración de rocas) u orgánico, producto de la división de material de origen vivo o su descomposición. El diámetro de las partículas de los limos esta comprendido entre 0.005 y 0.05 mm. Dependiendo de su composición los limos pueden ser mas o menos permeables y retener cantidades de humedad variable.
Arcillas:
Las arcillas son las partículas mas finas del suelo, con diámetros menores a 0.005 mm. Tienen origen inorgánico y en general son partículas cristalinas de silicatos de aluminio, hierro o magnesio hidratados. Generalmente son muy impermeables debido a su compacidad y se endurecen notablemente cuando se secan.

La compacidad, permeabilidad y la retención de agua finales del suelo depende principalmente de la proporción en la que estos componentes estén presentes.
Preparación del sustrato para el contenedor final.

Una vez obtenida la información necesaria sobre las exigencias de la especie objeto del proyecto y teniendo en cuenta los factores adicionales, podremos tratar de preparar un sustrato óptimo.

Existen en el mercado muchos productos elaborados para su uso en macetas, pero en general están dirigidos a la planta pequeña o a la germinación de las semillas. Comúnmente son demasiado ligeros para mantener estable una maceta con un árbol, y demasiado “secos” para sostener la elevada pérdida por transpiración de agua de una planta de gran follaje sin riego casi diario. Los hay también mas pesados, pero en general en estos casos, son para agregar al suelo y no tienen la permeabilidad adecuada para el contenedor. Otro problema con los sustratos comerciales es su precio, lo que resulta en realidad caro si se tiene que rellenar un contenedor de grandes dimensiones.

Estas mezclas comerciales usadas directamente resultan convenientes para hacer germinar las semillas y durante las primeras etapas de crecimiento del árbol en macetas pequeñas, como veremos mas adelante en “Cultura”.

A menos que se pueda conseguir un sustrato óptimo para árboles en macetas grandes en un vivero comercial, o que se compren sustratos comerciales de diferentes tipos y se mezclen apropiadamente, lo mejor es preparar el sustrato por usted mismo.

De acuerdo a lo visto arriba usted puede hacerse una idea general de la composición granulométrica del suelo de sus alrededores y evaluar la posible cantidad de este, en la elaboración de la mezcla que utilizará en la maceta. Pero en general, aunque le parezca apropiado, no debe usarse suelo natural solo en la maceta, ya que es común que el cumplimiento de los requisitos necesarios, aunque aparentemente estén bien, no se cumplan una vez en el contenedor. También existe la posibilidad de utilizar tierra de otra localidad o comprar tierra vegetal común en el mercado. No obstante, el suelo natural, de su patio o de otro lugar, no debe ser utilizado directamente, este debe ser esterilizado, para evitar las enfermedades y las semillas de malas yerbas. La esterilización se puede hacer o bien usando un horno o por medio de la solarización.

Para adaptar las cualidades del suelo natural esterilizado a nuestro propósito debemos mezclarlo con ciertos componentes que podrán optimizar sus propiedades, entre estos están:
Arena fina, limpia y esterilizada; de no contar con ella en el mercado, o que resulte demasiado cara, podemos prepararla nosotros mismos partiendo de arena natural fina. Para ello la arena que disponemos se lava abundantemente con agua corriente y se somete luego a la esterilización, o bien en un horno o por medio de la solarización. La adición de arena solamente a las tierras muy arcillosas (compactas) no resuelve por si mismo el problema, el efecto final es equivalente a la arena que se agrega al cemento para hacer morteros.
Algún componente que brinde porosidad al suelo; este componente puede tener diversa naturaleza, los mas frecuentes son: las cáscaras desmenuzadas de árboles, especialmente del pino, la perlita, la vermiculita, el carbón vegetal triturado, restos de esfagnos o de musgos y turba. La condición básica que debe tener es que sean duraderos en contacto con el suelo, que sean porosos para que retengan aire en su interior y que impida una compactación elevada. Algunos de estos materiales son inertes y no proporcionan nutrientes al suelo por lo que no se puede abusar de ellos.
Materia vegetal compostada; el compost puede comprarse en el mercado o prepararse por uno mismo con anticipación, a partir de materia vegetal triturada, estiércol vacuno, cáscaras de granos, etc. Este compost es de granulometría muy fina por lo que reduce la permeabilidad del suelo y aumenta la compacidad, pero da a este una buena textura, además de proporcionar nutrientes y un ambiente adecuado para el desarrollo de los microorganismos indispensables en el suelo. Nunca debe usarse proporciones elevadas de materia vegetal cruda como componente de la tierra de la maceta, ya que al descomponerse mas tarde, hará colapsar el nivel de la tierra y con ello el hundimiento del árbol dentro del contenedor.
Cultivos biológicos; este componente es opcional y no imprescindible, pero hay ciertos seres vivos que agregados al suelo, en especial para algunas plantas, representan una gran ventaja en su crecimiento y vigor, entre estos están los hongos micorizas, que establecen una dependencia simbiótica planta-hongo muy beneficiosa.
Fertilizantes químicos; resulta evidente que un árbol en maceta tiene relativamente poca cantidad de tierra para su sistema radicular y no puede extenderlo a su gusto para buscar nutrientes mas alejados, por tal motivo se produce un agotamiento rápido de los nutrientes en el espacio disponible. Para palear esta situación, es común que se agreguen al sustrato que se prepara algunas cantidades de fertilizante químico de liberación lenta, que proporcionarán fuentes adicionales y duraderas de nutrientes al árbol. Los fertilizantes en exceso resultan tóxicos para las plantas, debe tenerse cuidado al agregarlos al sustrato. Una deficiencia se puede corregir luego, pero un exceso puede resultar mortal.
Reguladores del pH; de acuerdo a las exigencias del árbol a cultivar, el rango del pH (acidez o alcalinidad) óptimo puede ser muy variable y estar desde algo menos de 4 hasta algo mas de 8, este elemento es decisivo en la salud y el vigor del árbol y nunca podrá ser ignorado. Como aditivos al suelo para regular el pH de manera rápida se pueden usar: la cal o la ceniza de madera para subirlo (hacerlo mas alcalino), y el azufre para bajarlo (hacerlo mas ácido). No obstante el factor pH en el suelo reacciona con relativa lentitud, por lo que los aditivos correctores deben mezclarse profusamente con el resto del sustrato húmedo y esperar por lo menos 24 horas de estabilización antes de obtener una medición confiable. Si no hay apuro puede esperarse mas tiempo. De todas formas el pH del sustrato preparado para la maceta y con el árbol en crecimiento, debe vigilarse de tiempo en tiempo a fin de hacer las correcciones necesarias de manera sistemática. Como correctores del pH de mas lenta acción y durabilidad están: para subirlo, las conchas de caracoles trituradas o arena de carbonato de calcio; para bajarlo, el aserrín de madera, la cáscara de árboles triturada, las virutas de madera, la cáscara de semillas de algodón y particularmente los restos de esfagnos . En general la materia orgánica de cualquier tipo, unas mas que otras, proporcionan acidez al terreno.
Como los suelos naturales son tan diversos no pueden establecerse recetas “mágicas” para utilizarlo como componente del sustrato, a no ser que se cuente con la posibilidad de tener análisis minuciosos del suelo, debe su ingenio, sentido común y mejor aún su experiencia, guiarlo para conseguir un buen suelo partiendo de lo que aquí se ha visto hasta ahora y de los materiales de adición disponibles.

Partiremos de que lo primero que debemos hacer es evaluar y mejorar las características básicas de la tierra disponible, en cuanto a la textura, la permeabilidad y la retención de humedad e ir agregando los aditivos necesarios.

Hay ciertos síntomas y signos que pueden seguirse para guiar el proceso, por supuesto de manera aproximada:
Coja un puñado de la tierra húmeda pero no saturada de agua. Si se puede formar una bola compacta y dura apretándola entre las manos, el suelo puede ser demasiado compacto. Será necesario agregar arena y/o algún aditivo que brinde porosidad.
Si se escurre el material entre los dedos o la bola formada se desmorona fácilmente puede tener exceso de arena, agregue compost o algo de arcilla si se dispone de ella.
Deje caer la bola formada desde la altura de las rodillas, si solo se aplasta o se rompe en dos, hay que poner arena. Una bola de mezcla adecuad se desmorona al caer al suelo.
Prepare una bola pequeña y déjela secar al sol, si al secarse es compacta y difícil de romper con las manos, el terreno es aun muy pesado, agregue arena. Si agregando arena no se resuelve el problema agregue entonces perlita, vermiculita, carbón vegetal triturado o arena gruesa si no se dispone de los anteriores.
Tome una maceta mediana y llénela con la tierra dejando los 4-5 cm superiores vacíos, apriete la tierra ligeramente, luego ponga agua poco a poco hasta saturar la tierra y que el agua salga por los orificios inferiores. Una vez la tierra esté saturada, llene la maceta con agua hasta el borde y haga una evaluación de la velocidad de drenaje, un buen sustrato demorará poco tiempo en escurrir el agua, digamos que se puede observar como el nivel del agua baja lentamente, (un minuto, o dos a los sumo, puede ser un buen tiempo para que desaparezca el agua sobre el sustrato), si el nivel del agua baja rápidamente, o no se puede llenar la maceta porque se escapa por los agujeros de drenaje tal y como se agrega, el drenaje es excesivo, agregue algún material fino, compost o arcilla. Si el agua se mantiene demasiado tiempo (no puede apreciarse el nivel descender), falta drenaje, agregue arena o algún componente grueso. Estas indicaciones son aproximadas pero pueden servir para establecer límites seguros de la permeabilidad del sustrato.
A este sustrato ya preparado pueden agregarse mas componentes “acidificantes” o “alcalinizantes” de manera moderada de acuerdo a las exigencias del futuro árbol a sembrar.

Si resulta con demasiado peso, pueden agregarse componentes inertes y ligeros pero que retengan bien la humedad como la vermiculita o el carbón vegetal. La adición de restos de esfagnos o de musgos, en cantidades considerables, también aligeran el peso pero pueden reducir algo la permeabilidad y la retención de la humedad de acuerdo al tipo de tierra base por lo que se requerirá luego un riego mas frecuente.

Finalmente puede agregarse un fertilizante completo de liberación lenta de fórmula pareja, como el 6-6-6, 10-10-10 o 14-14-14 de manera muy moderada, una buena cantidad es la de utilizar 114 gramos del 14-14-14 por cada 30 litros de sustrato, o la cantidad equivalente de las otras formulaciones.
Puede resultar conveniente antes de usarlo en la maceta hacer un chequeo y ajuste final del pH.
Cultura.

Antes de entrar en materia aclaremos ciertas cosas útiles que nos servirán para optimizar el proceso.
La naturaleza de las raíces.

En la gran mayoría de las plantas, y los árboles no son excepción, las partes activas en la absorción de los nutrientes están cerca de los extremos de las raíces que evidentemente son las partes mas alejadas del tronco. Las raíces viejas y gruesas se convierten en “tuberías” de comunicación y en elementos de sostén del árbol pero no participan en el intercambio con el suelo.
La relación raíces-follaje.

Las plantas en general, y en especial los árboles, guardan una estrecha relación entre la cantidad de follaje y la extensión de sus raíces. A mas follaje, mayor extensión y amplitud de sus raíces, el árbol tiene una marcada tendencia a mantener esta relación dentro de ciertos valores, de modo que después que un árbol ha alcanzado un gran porte no basta con recortar las ramas para hacerlo mas pequeño, una vez podado, tendrá una marcada tendencia a recuperar sus dimensiones originales en correspondencia con la cantidad y amplitud de las raíces que tiene. Por tal motivo para mantener un árbol pequeño de manera permanente, debe haber recibido una poda de formación adecuada durante su crecimiento y así evitar que las raíces se extiendan demasiado. Una vez que el árbol “se acostumbra” a un tamaño, su tendencia a crecer desmesuradamente se reduce notablemente.

En la práctica puede reducirse el tamaño de un árbol podando al mismo tiempo el follaje y las raíces, pero esto en muchos casos no es físicamente posible, o bien por la profundidad de estas, o por que si se reducen lo necesario, las partes activas de las raíces se desconectan del árbol con la consiguiente muerte o al menos un considerable retraso vegetativo.

Para lidiar con este problema de la relación follaje-raíz se debe seguir un cuidadoso proceso de crecimiento proporcional desde que el árbol nace hasta que sea un ejemplar maduro.
La edad y el tamaño de la maceta.

Debemos partir del hecho de la cantidad de suelo en una maceta es reducido, y por lo tanto rápidamente agotable e inestable. Aun cuando se fertilice adecuadamente, siempre el árbol consumirá ciertos elementos básicos provistos en el fertilizante en mayores cantidades que otros, esto puede conducir a una acumulación nociva de los menos consumidos. Las proporciones exactas necesarias son difíciles de determinar y/o agregar de nuevo, el árbol podrá tornarse descolorido y con poco crecimiento. Un proceso semejante sucede con los elementos minoritarios del suelo. Además tanto los fertilizantes químicos, como el agua de riego tienen ciertas cantidades de sales no utilizables por el árbol que se van acumulando en el terreno por la evaporación del agua. Estas sales pueden alcanzar niveles tóxicos para el árbol, proceso que se conoce como salinización del suelo. Debido a estas razones y otras muchas, la vida útil del sustrato en la maceta tiene una vida limitada por lo que debe agregarse sustrato fresco y rico de tiempo en tiempo.

Evidentemente durante la estancia en la maceta el árbol ha desarrollado su sistema radicular ocupando todo el espacio disponible, pero si la maceta primaria donde ha crecido hasta esa etapa es relativamente pequeña se tienen tres ventajas:
El sistema radicular no ha podido crecer libremente debido al espacio reducido, y por tanto, el follaje tampoco, de acuerdo a lo visto anteriormente sobre la relación follaje raíces. Esto favorece la tendencia a la enanización del árbol, cuestión deseable para el cultivo en maceta.
Agregar sustrato fresco es muy fácil con solo trasplantar el árbol a una maceta algo mas grande.
Las raíces principales laterales del árbol no se han podido alejar radialmente mucho del tronco. Y al chocar con las paredes del contenedor han tenido que desviarse o bien lateralmente o bien hacia abajo. Estos giros “imprevistos” hacen que las raíces se ramifiquen mas de lo normal y además que lo hagan cerca del tronco, por lo que la bola de raíces podrá ser recortada moderadamente sin afectar las ramas principales de las raíces de alimentación.
La repetición sistemática de este proceso de trasplante cambiando lentamente el tamaño de la maceta, acompañado del recorte adecuado de las raíces, logrará a la larga que cuando el árbol llegue al contenedor grande y definitivo haya adquirido un hábito de crecimiento bajo de acuerdo a su sistema radicular final. Después ya no tendrá tendencia a crecer demasiado y será dócil y productivo. Por supuesto el asunto del agotamiento del suelo se mantendrá, pero como el sistema radicular es compacto y alrededor del tronco siempre se podrá sacar el árbol de la maceta, recortar parte de la bola de raíces para liberar espacio en el contenedor y agregar sustrato fresco al replantar.
Particularidades de las palmeras.

En general las palmeras, así como otras plantas que tienen un solo punto de crecimiento, como las cicas, los helechos arborescentes y las bananas, tienen un sistema radicular que difiere notablemente de los árboles. En estas, todas las raíces nacen desde el tronco y crecen alejándose de él casi del mismo diámetro, con muy poca o ninguna ramificación, la raíz entera es absorbente y su poda drástica generalmente se tolera por la planta, ya que reacciona generando nuevas raíces desde el tronco, por esa razón, usted habrá podido ver palmeras verdaderamente grandes que se siembran en las avenidas con una pequeña bola de tierra alrededor del tronco y que comienzan a crecer en breve tiempo.

Esta capacidad de generar muchas raíces desde el tronco, y que además intercambien con el suelo en toda su longitud, así como el hecho de tener un solo punto de crecimiento, produce tres efectos que dificultan el cultivo de estas plantas en una maceta:
El diámetro del tronco aumenta relativamente mucho mas rápido que en los árboles, para dar cabida al sistema radicular, es común ver palmeras como los cocoteros en donde la base del tronco es bastante gruesa aún en la planta joven.
El crecimiento es vertical por lo que desarrollan rápidamente una gran altura sin ramificación y no existe la posibilidad de poda alguna.
Son capaces de crecer prolongadamente con poca cantidad de suelo, creando un tupido entramado de raíces que pueden extraer la humedad y los nutrientes a extremo del suelo.
Estas particularidades hacen que sea un tanto difícil el cultivo por largo tiempo de las palmeras de rápido crecimiento en contenedores, hay formas para lograrlo, pero este asunto es un tema especializado y tiene sus cuestiones muy particulares que no se tratarán aquí.
Sin embargo, aquellas plantas de este tipo de lento crecimiento o bajo porte pueden tenerse en contenedores sin dificultad, solo se tiene que sembrar la semilla o mugrón joven en un contenedor pequeño y económico hasta que se estabilice, y luego trasladarse al contenedor final o, a lo sumo, en dos etapas de trasplante con la consecuente poda de las raíces.
La poda del follaje.

El control del sistema radicular tal y como se ha descrito, y dada la ya conocida proporcionalidad con el follaje induce la tendencia a mantener reducido el tamaño del árbol, pero la poda superior siempre será necesaria para evitar que el tamaño del árbol se vaya de control, y para dar la forma adecuada, asegurando un marco de ramas de soporte del follaje firme y la forma redondeada del árbol, sin ramas largas o colgantes. El árbol debe proveerse de un tramo de tronco limpio y recto que permita manipularlo y hacer los trabajos culturales en la maceta.

Siempre será necesario el corte de las ramas muertas o algún que otro improbable ladrón que pudiera surgir.
Elementos adicionales a tener en cuenta.

La temperatura ambiente es uno de los principales factores que pueden hacer fracasar el proyecto. Cuando los árboles están en el terreno, el suelo sirve de escudo a las temperaturas extremadamente frías. Las raíces de los árboles son menos resistentes al frío que el resto del árbol. Como resultado, las raíces de los árboles que se plantan en recipientes pueden morir cuando las temperaturas bajan por debajo de cero, e incluso antes de la congelación si las bajas temperaturas se mantienen por tiempo suficiente como para que se enfríe todo el contenedor. Además, aún suponiendo que las raíces no mueran, cuando el suelo se congela, las raíces no pueden absorber el agua. Es común que las raíces de algunas plantas no puedan absorber agua y nutrientes del suelo a temperaturas algunos grados por encima de la congelación, este hecho hace que la planta se deshidrate si las temperaturas son bajas y hay viento.

Las raíces de los árboles en contenedores también pueden morir durante el verano si la temperatura del suelo se hace demasiado alta, excediendo la temperatura del aire superior. El calor del asfalto puede causar rápidamente que el suelo de los contenedores pueda sobrepasar los límites seguros, quemando las raíces y desecando el suelo. Las condiciones ventosas también pueden secar los árboles en maceta debido a las cantidades reducidas de agua disponibles para las raíces aun con buena temperatura. Por lo tanto, el contenedor debe colocarse en un lugar protegido de las temperaturas extremas y el viento.
Resumen final.

Hasta aquí hemos tratado de forma simplificada las cuestiones básicas a tener en cuenta para poder lograr un árbol en un contenedor, en resumen deben seguirse los pasos siguientes:
Escoger el árbol deseado teniendo en cuenta su capacidad de adaptarse al clima, que no sea excesivamente exigente en cuidados, que se adapte a suelos relativamente pobres y tenga un porte de medio a bajo y de buen aspecto (como ornamental) o que produzca buenos frutos (como frutal). Evitar las palmeras de rápido crecimiento.
Comprar un árbol pequeño injertado, o uno procedente de un acodo o semillas según sean las posibilidades.
Sembrar el árbol primario en una maceta pequeña (4 a 6 litros) de acuerdo a su tamaño, o bien sembrar semillas en macetas de 1/2 a 1 litro en un sustrato apropiado de germinación, que bien puede ser un producto comercial. No poner las macetas a sol pleno, lo mejor es un lugar sombreado o con la luz solar filtrada, pero tampoco en plena sombra. Mantener la humedad del sustrato pero sin sobre riego, por lo general debe regarse cuando la superficie de la tierra en la maceta se vea seca, probablemente un riego cada 4 días sea suficiente.
Si la siembra es de semillas, dejar crecer las plántulas hasta que hayan desarrollado una postura trasplantable (unos 20-25 cm de altura), escoger la postura mas vigorosa y sana, que será nuestro futuro árbol, y trasplantarla a un contenedor algo mayor (4 a 6 litros).
Mantener el arbolito (de cualquiera de las dos vías) en ese contenedor hasta que muestre síntomas de falta de vigor, empiece a producir hojas mas pequeñas de lo normal, se torne amarillento, produzca brotes cortos y débiles o tenga algún síntoma de falta de nutrientes. En ese momento el contenedor le empieza a resultar pequeño y necesita el trasplante a un contenedor mayor con tierra fresca. Durante esta etapa de crecimiento hacer las podas necesarias para que adquiera la forma adecuada al propósito que perseguimos, tener en cuenta que un árbol muy ramificado siempre será mas fácil de mantener de porte bajo que uno que sea de ramas largas. Los cortes de las ramas incentivan abundantes brotes y dan una forma redondeada y elegante al arbolito. Dejar un tronco limpio mas o menos largo de acuerdo al destino final. Fertilizar moderadamente con una formulación adecuada a la especie y de acuerdo a las instrucciones del fertilizante, preferentemente con abonos de lenta liberación. Debe recibir mas luz pero no pleno sol en el verano.
Trasplantarlo a una maceta mayor, para la cual hemos preparado el sustrato como se ha explicado arriba. Durante el trasplante no deben recortarse las raíces, solo colocar el arbolito con su bola de raíces en el centro de la nueva maceta y rellenar con tierra fresca el espacio vacío, tanto abajo como lateralmente. Para esta maceta media puede convenir una tierra algo mas pesada y compacta que la de la maceta anterior y que además retenga mas tiempo la humedad, para evitar los riegos muy frecuentes, el follaje del arbolito es ya algo grande y en el nuevo contenedor se pondrá mayor aún. La maceta podrá ser de 15 a 20 litros. Aquí podrá permanecer bastante tiempo antes de que muestre síntomas de suelo agotado o estrechez de la maceta, y podrá crecer bastante de acuerdo a la variedad, hasta convertirse en un arbusto, que incluso puede florecer y producir frutos (para el caso de los frutales). Seguir las mismas recomendaciones básicas anteriores en cuanto a poda y fertilización, se podrá incrementar algo mas la longitud del tronco limpio si así se desea, pero este no debe llegar nunca a los 2 metros ya que se pone en riesgo la estabilidad de la maceta. Debe recibir mas sol, probablemente se pueda poner a sol pleno.
Cuando se noten síntomas de falta de crecimiento, o el entramado radicular haya ocupado todo el espacio de la maceta se debe hacer otro trasplante, que puede ser intermedio o final, según convenga. La nueva maceta puede ser de 40 litros para el trasplante intermedio, o de 100 litros o mas si será el “hogar” definitivo del árbol. El volumen del contenedor final estará en dependencia del porte natural del árbol, de las dimensiones máximas que se quieran lograr o del peso máximo admitido. Durante este trasplante, lo mismo sea intermedio como final se recorta entre un cuarto y un tercio de la bola de raíces, tanto en circunferencia como en profundidad, e igual que antes se coloca en el centro de la maceta y se rellena el espacio vacío con sustrato fresco. Si el trasplante fuera intermedio se sigue después un procedimiento igual al hacer el trasplante final. Esta maceta debe ser pesada para garantizar la estabilidad con el árbol adulto y follaje máximo, y es en principio equivalente al terreno normal donde crecería el árbol sembrado en el suelo, por eso podrá usarse una mezcla pesada, rica, relativamente compacta y con buena retención de la humedad de acuerdo a lo explicado en la preparación del sustrato y a las exigencias de la especie.
Esta maceta definitiva también se agotará con el tiempo, cuando se noten síntomas de decadencia se puede poner sustrato fresco a la maceta, para ello se saca el árbol del contenedor, se recortan un tercio de la bola de raíces y se replanta llenado el espacio vacío con sustrato nuevo. Si el árbol es muy pesado, se puede recortar la bola de raíces entre un cuarto y un tercio en redondo en la propia maceta, se extrae el material recortado (raíces y sustrato agotado) y se sustituye por nuevo. El comportamiento del árbol y la experiencia alcanzada en todo este largo proceso le permitirán tomar decisiones mas precisas que estas recomendaciones generales.
Solo le falta poner en práctica lo aprendido. Le deseamos mucho éxito.

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